Estamos los ciudadanos hartos de promesas, de ellas, todos más o menos estamos dispuestos a escucharlas, nos prometen los seres amados, cónyuge e hijos, ni hablar de los amigos o socios, vivimos inmersos en un mundo de promesas incumplidas, hemos aprendido a soportarlas, pero en tiempos electorales, la cosa se pone insoportable, asombra, espanta el hecho de que entre la mayoría de los pretendientes a un puesto de elección popular, se da cierta identificación entre farsantes que prometen, hay un denominador común, prometer lo posible, consientes todos de la imposibilidad de cumplir, el negocio no da para robar o cobrar estipendio legal y cumplir a plenitud lo prometido.
Algo anda mal en el sentimiento, pensamiento o anhelo de la ciudadanía, muchos son los que se embarcan trabajando para ayudar a un candidato, se elaboran analisis para emplearlos en campaña, hay estudios para todo, ensueño de ilusos que pretenden de buena fe componer el país, entregan su proyectos a los candidatos y después, si tiene mérito, lo propalan, ofrecen y al terminar campaña, los proyectos van a dar al almacén general ¡ A LA BASURA! lo asombroso es que en cada campaña se repite la letanía.
En estos aciagos días en que tenemos que escuchar promesas, toman parte expertos que se han formado especialmente para promover a un candidato, incorporan sistemas en que los analistas aplican conocimientos de tecnología de las masas, esto significa masificación de los conceptos para hacer llegar las propuestas del candidato a la mayor parte de los electores, buena la tecnología de atracción de las masas a una idea preconcebida para ganar, aunque estoy harto de escuchar las mismas cantaletas, no tengo más remedio que soportarlas, descubro que los candidatos ponen poca, escasa atención a los proyectos agrícolas, los muy importantes asuntos del campo.
Vale recordar a los candidatos lo dispuesto en la Constitución, en su artículo cuarto, seguramente tienen conciencia de que la gente sencilla del campo, los indígenas en forma relevante, son manejables, el problema es que son muchos, una gran parte han abandonado el campo y mal subsisten en las ciudades, es tiempo, urge que aquellos que logren ganar en los diferentes puestos en que serán ejecutivos, den el valor que merece la cosa agropecuaria, promover que los indígenas y campesinos regresen al campo, eso será posible si se les paga un salario justo, nada de salario mínimo, eso es una burla inhumana, la percepción, si el campo es bien manejado, debe ser superior a 300 pesos diarios, vale comparar con lo que se paga a un campesino en EU o en España.
Asombra saber lo mucho que ignoran una mayoría de los políticos respecto a nuestra riqueza, un municipio del Estado de Veracruz con marcada vocación agrícola, Playa Vicente, tiene una extensión de 170,000 Hectáreas, si dedicara un 10% de su terreno disponible al trabajo de invernaderos, para producir hortalizas diversas, chile y Tomate en especial, podemos considerar un producto bruto del orden de 80,000 MDP anuales y pagar salario a los trabajadores de aprox. 600 pesos diarios. ¡AGUAS! Abril 20 del 2018 lmwolf@prodigy.net.mx Luis Martínez Wolf |
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