SON TIEMPOS de reflexión pero, también, de política, y casualmente la Semana Santa –periodo en el que Jesús de Nazaret fue detenido, juzgado, sentenciado y crucificado por su propio pueblo que le regateó ser el Mesías o Salvador, pese a los milagros obrados que asombraron a integrantes del Sanedrín que temerosos de perder el control de la religión de esa época y, consecuentemente, los privilegios, prefirieron asesinarlo-, nos permite deliberar en torno a la traición e ingratitud, pecados que censuran los textos bíblicos por atroces. Y es que ese vicio –que observamos, actualmente, en infinidad de políticos en torno a los partidos que les dieron todo- es, sin duda, el síntoma de una sociedad en peligro, porque se quiera o no aceptar: el que traiciona una vez traicionará por siempre, y el hecho de abandonar una franquicia para asumir otra marca que le ofrece seguir medrando o saqueando el erario público no debería ser grato para los gobernados que, sin duda, serán traicionados, entregados y abandonados una y otra vez en el tiempo. El apóstol Pablo (según Timoteo 3:1-2) -que abrazó la fe en Jesucristo tras perseguir durante muchos años a los cristianos-, advirtió acerca de los difíciles y estresantes momentos que vendrían antes del regreso del Salvador (algo que pareciera observarse cada vez más en política): “debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos y desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”.
PERO ¿POR qué la ingratitud es el síntoma de una sociedad enferma y autodestructiva? ¿Por qué está creciendo y cómo nos perjudica?. Es simple: el ingrato, dicen los estudiosos de la conducta humana, es alguien que no valora ni aprecia los favores o ayuda que le dieron (ojo priistas que se van cuando ven el barco hundirse sin aceptar que son ustedes mismos los que podrían salvarlo si decidieran quedarse y sumar esfuerzos, y esto mismo va para panistas, perredistas y hasta morenistas y militantes de otros institutos). Lo grave es que el ingrato tiene una actitud egoísta y soberbia hacia quien lo ayudó (no decimos nombres pero todos sabemos quiénes son los beneficiados que ahora tiran la toalla).
Y ES que una persona que abandona su partido enarbolando banderas que no aprecia ni le interesan sino solo por alcanzar sus propias ambiciones, difícilmente cambiará, porque el ingrato no solo suele ser indiferente a las necesidades de quien le prestó ayuda sino, también, del resto de las personas que lo rodean, pues los ingratos suelen tener ese comportamiento con personas cercanas como familiares y amigos pero, incluso, con vecinos o compañeros de trabajo, pues quien comete semejante felonía suele carecer de empatía con el resto de las personas, y por eso tiene una actitud de desagradecimiento.
HOY QUE integrantes de organizaciones como Vía Veracruzana deslizan su renuncia al PRI -luego de que su fundador, Felipe Amadeo Flores Espinoza fue de todo: diputado local y Federal, secretario de Gobierno y funcionario en muchos niveles en cargos emanados del PRI, y hasta se dio el lujo de impulsar a familiares y amigos como su hijo que es, actualmente, magistrado contra el consenso de otros jueces con mayores atributos y merecimientos-, uno se pregunta: ¿por qué tanta y semejante ingratitud?, y la respuesta es simple: porque no aceptan que otros jóvenes lleguen al poder si no son los suyos, y porque llegaron a considerarse propietarios de los puestos y cargos públicos. Bien dicen los expertos que los ingratos no suelen usar las palabras por favor, gracias o perdón, sino que da por hecho los favores que recibe.
LO GRAVE es que muchos políticos transforman la ingratitud en un estilo de vida, y lo mismo están en el PRI, en el PAN, PRD, MoReNa u otros institutos de acuerdo a sus propias conveniencias, aunque lo peor es que los mismos institutos o quienes les dirigen en su momento vuelven a recibirlos como si nada hubiese sucedido. Por ello, para la religión cristiana la ingratitud es un pecado debido a que no solo se tiene un mal comportamiento hacia el prójimo con esa actitud, sino que tampoco se valoran los dones o beneficios que Dios otorga en la vida, además de que pecados como la envidia y el resentimiento suelen ser alguna de las causas que genera la ingratitud. No en vano la cuarta área del noveno círculo en el Infierno -de la Divina Comedia- de Dante Alighieri es conocido como “la Judeca”, llamado así por Judas Iscariote que traicionó a Jesús, benefactor de la humanidad. Allí están, sin posibilidad de alcanzar el perdón otros traidores de los benefactores. Así, en el Infierno más profundo, castigados por el mismo Lucifer, el primer gran traidor, están los traidores de las más altas instituciones creadas bajo la voluntad de Dios para el bien de la humanidad.
PERO LA traición no se vive, solamente, al interior del PRI; hay panistas que ya son morenistas o, incluso, priistas, y morenistas que han renunciado para sumarse al PAN o al PRD dependiendo de sus propios intereses, y de cara al arranque de las campañas rumbo a la Presidencia de la República, al Congreso de la Unión, a 9 Gubernaturas, alcaldías y diputaciones locales, muchos actos de traición e ingratitud veremos. No en vano Martín Lutero dijo, “Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia, y cuando muerden dejan una herida profunda, mientras que Jesús se preguntó en aquellos tiempos: ¿No eran diez los que sané? ¿Dónde están los otros nueve Israelitas ingratos que sané? ¿Acaso solo este Samaritano volvió para agradecérmelo y a reconocer el beneficio que le hice? Yo veo claramente que solo uno de 10 mostrarán gratitud, mientras que los nueve restantes nos herirán el corazón por la mordida profunda y nos pagarán con soberbia e ingratitud, y vaya que tenía razón, pues en estos tiempos la lealtad ha dejado de ser una cualidad del ser para convertirse en estorbo. Por ello retomaremos dos palabras del “Che” alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez Herrero, pero no para defenderlo o referirnos a quienes colocaron mantas para darle su “bienvenida” de Argentina, sino para definir a quienes, actualmente, anuncian su renuncia al PRI para sumarse a otros partidos, avizorando acaso que el barco se hunde, aun cuando podrían ser los autores del rescate: traidores y cobardes. OPINA carjesus30@hotmail.com
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