La sociedad anda confundida, los grupos políticos no saben qué hacer, enfrentan la disyuntiva para seleccionar políticos que accedan a cargos públicos de importancia, me refiero a Presidente de la República, Gobernador, Senador, Diputados federales y locales, y tras de esta primera elite siguen miles de cargos públicos que están principalmente encaminados a ocupar puestos administrativos, los muy cercanos al poder de los que mandan desde más arriba. La decisión de nombrar o elegir para ocupar cargos importantes es optar porque sean ocupados por políticos jóvenes o viejos, surge entonces la pregunta: ¿cómo o cuándo se califica como joven o vieja a una persona?
Existen muchos antecedentes de personas que a muy corta edad ocuparon y desempeñaron con eficacia puestos de la mayor importancia, siempre me ha impresionado la personalidad y desempeño como líder político de Alejandro Magno: a los veinte años era rey de Macedonia y a los 23 había conquistado todo Grecia declarándose en Corinto generalísimo de todas las fuerzas de su dominio en Macedonia y Grecia. Inició una serie de conquistas increíbles, llego hasta la India y por el oriente conquistó Egipto, en fin, grande entre los grandes murió a los 33 años, edad a la que hoy se considera como hombre joven.
La obra de Alejandro Magno trasciende todos los calificativos, insuperable su fama como guerrero invencible, sin embargo, su obra educativa fue de mayor mérito, más que lo militar, educado por Aristóteles, culturizó todos los territorios conquistados, llevó la cultura Griega e impuso la formación filosófica educativa en su imperio.
Como viejos extraordinarios podemos considerar al judío alemán Albert Einstein, su obra científica y cultural rebasa todos los méritos de un prohombre fuera de serie, murió a los 73 años, dejando una obra científica insuperable.
Con los dos anteriores ejemplos, se impone la tesis de que no son los años, la edad, la que provoca la grandeza de quien fue dotado por la naturaleza de méritos superiores, ante ello, es conveniente que los jóvenes y viejos de hoy se dejen de babosadas, tratando de imponer los méritos políticos para gobernar derivado de la cronología, la edad. Un joven es capaz, un viejo es pendejo, algo no ha funcionado bien en los espacios politicomentales de los mexicanos, el mérito de algunos viejos políticos debe ser aprovechado para ilustrar a los jóvenes, cuando éstos pueden tomar el mando para gobernar una sociedad harta de las pendejadas y ratería cometidas por jóvenes y viejos.
Trágico mundo nos ha tocado vivir, la ambición para tomar el poder de los jóvenes, no se deriva por trascender social y políticamente por sus buenos actos de gobierno, desgraciadamente el único motor que impulsa a los jóvenes y viejos es la posibilidad de acceder al poder para enriquecimiento vía la corrupción; los jóvenes tienen como mayor agravante para entrar en el obscuro mundo de la corrupción la tendencia hedonista para gozar del disfrute de lo robado, ante ello, valen o no valen los jóvenes ni los viejos: debiera imponerse el mandato de gobernantes honorables semejantes a Alejandro Magno y Albert Einstein, populismo al servicio del pueblo. ¡AGUAS! Febrero 23 del 2018 lmwolf@prodigy.net.mx Luis Martínez Wolf |
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