En el mundo los humanos gustan de marcar hitos en el acontecer ordinario, pase o no pase lo esperado, fin de año valida la ocasión para justificar errores y hacer promesas de enmienda, llegamos en México a esta ilusoria fecha de valorar lo acontecido, calificamos a quienes tienen la responsabilidad de gobierno, responsables y en muchas ocasiones culpables de lo acaecido; creo que en esta ocasión deberemos lamentar los mexicanos un primer mes de 2018, como un rosario de males y desencanto, las promesas incumplidas y lo cumplido no esperado, nos tiene dispuestos para pasar una amargo año.
EPN y en parte su antecesor están resultando malos jugadores, apostaron todo su capital político en una jugada no cantada con poca claridad, las reformas ha merecido el repudio de contrarios y aliados, las propuestas debió dejarlas para cuando los mexicanos hubiéramos palpado las bondades del cambio, su juego se apartó de la ortodoxia política, podrá afirmar que se le debe evaluar con pragmatismo, puede ser, así lo quiere el, olvida que la evaluación pragmática de los gobernantes que se califiquen de políticos, es un proceso continuo, no valoración después de cumplida una macro etapa, en que el proceso cambiante de los acontecimientos permite justificar errores o deja el proceso mismo de cambio, a los avatares aleatorios de elementos inesperados, sobre todo los externos a la programación del sujeto que busca el cambio, con programas cuyas bondades nadie comprende, ni caen dentro de las expectativas de un país atenaceado por la miseria.
Dado que la evaluación pragmática se dará a toro pasado, cuando a lo mejor el toro nos haya corneado, deberemos calificar especulativamente, como resultado del cambio político, los mexicanos vivimos un temporal de pronóstico reservado, si el congreso aprueba los cambios, cambia o deja los ya hechos, EPN dice que la hace; si su proyecto es rechazado, Dios nos coja confesados, mejor que nos cogiera el toro, es casi probable que nuestro presidente acumule los agravios de quienes no entraron en armonía con su apuesta, en ese caso llevaremos todas las de perder, un Primer Mandatario actuando con resentimiento, será con toda seguridad un ser desubicado y dado a las decisiones viscerales, producidas por la influencia de sus asesores o íntimos muy cercanos a él.
El pasado año, casi el sexenio, se nos ha ido en proyectos, esperando cambios, todo está subordinado a la reforma fiscal o hacendaria, suena lógico, no es posible poner en marcha un megaproyecto de nación como el que se ha pretendido si no se tiene la seguridad del apalancamiento financiero que le dará el ingreso fiscal, al no saber cuánto se tiene, no puede saber cuánto podrá gastar, premisa simplista dentro del complejo sistema de la hacienda nacional y las imperiosas necesidades de un pueblo que no sabe a qué jugar, el analista sensato está poniendo muy baja calificación al equipo Peñista, estamos convencidos o nos convencieron que los malos del PAN llevaron a la decisión de votar por el cambio, elegir democráticamente a EPN para que nos condujera a estadios de mejoría, al no darse lo esperado, el ciudadano común, el mexicano normal ya está clamando por otro cambio, todos nos preguntamos, ¿cambio hacia donde?. Los agoreros presagian tormenta. ¡AGUAS! Febrero 4 del 2018 lmwolf@prodigy.net.mx Luis Martínez Wolf |
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