LA MAYOR fuerza política que tuvo el Partido Revolucionario Institucional, en sus mejores tiempos, fue, sin duda, la unidad permanente de todos sus militantes y la práctica, de alguna manera, de la llamada disciplina política.
Estas eran, en cierta forma, las columnas verticales que venían sosteniendo al partido, considerándose que para ellos así era la famosa democracia interna y con buenos resultados, evidentemente, hacia el exterior en cada elección constitucional en la cual participaban.
Con el tiempo, estas virtudes políticas del tricolor, se fueron extinguiendo, al grado de que, los pocos que quedaron con estas ideas, fueron rebasados por quienes, en aras de un mejor partido, prefirieron buscar alternativas, conocidas como corrientes políticas, que fueron devastando poco a poco, esta cohesión militante y creando profundas divisiones que debilitaron al partido, tanto en lo interno, como en lo externo.
Estas son las fechas, todavía, en que siguen dándose diversos jaloneos dentro de la propia institución, dejando que este partido se siga sumiendo en las propias ambiciones de quienes no aceptaron ni aceptan que los lineamientos se dictan desde arriba y que, como en el pasado, se tienen que atender hacia abajo, como una pequeña supervivencia de la disciplina política.
Es cierto, el partido tricolor dejó estas prácticas en el pasado y no ha tenido tiempo, ni siquiera, de buscar renovar estas condiciones, sino solamente ha esperado que aquellos tiempos vuelvan, cuando en realidad, la unidad y la disciplina, la han tirado por la borda.
Pero, si a todo esto se le añade la profunda herida que dejaron gobernantes que no supieron valor el prestigio del partido que los llevó al poder, entonces, el PRI, estaría como lo esta, enfrentando la más grave crisis de su historia política en materia de credibilidad, cavando poco apoco su propia tumba para ser enterrado para siempre, sin derecho a retornar en los grandes escenarios de la política nacional y estatal.
Y no es que los demás partidos políticos sean mejores, porque ya han dado muestras que son casi lo mismo, tanto en sus propios ingredientes, como en quienes se encuentran al frente como líderes. Lo que pasa es que mantienen su unidad y han sabido manejar correctamente las negociaciones, que en este caso les están dando resultados positivos, cuando menos en estos tiempos de la complicada política nacional en la cual se ven ahora.
Pero no todo esta podrido y los priistas, con todo y la perdida de sus propios valores políticos, de su ansiada unidad y disciplina abandonada, pretenden volver por los caminos del éxito electoral.
Para ello, han tenido que recurrir a personajes de enorme calidad moral, política y humana, para encausar muy despacito, los pocos aciertos que se han ganado en los recientes días, desechando los errores y promoviendo la poca unidad que les queda y que puede ser el nacimiento de una nueva organización política, que si bien lleva el mismo nombre, en lo interno y lo externo, demostraran que no es el partido, sino aquellos que le han fallado, los que han generado esta desconfianza que se le tiene como una buena y verdadera organización política.
Con el registro de Pepe Yunes, como candidato a la gubernatura del Estado, el Partido Revolucionario Institucional, se recompone. Va, es cierto, en una aventura política, analizando con detenimiento las condiciones políticas que aun subsisten en su contra y con el pleno conocimiento del propio aspirante a la posición más privilegiada de la entidad de que sus adversarios tienen lo suyo en materia político electoral.
Pero, para Pepe Yunes, no son tiempos de rajarse, sino tiempos de recuperarse y aunque todo parece sombrío, como lo hemos señalado, va al frente, donde la batalla es cierta, verdadera, con mucha desventaja, pero con la oportunidad, sin duda, de poder defenderse.
En su registro, Pepe Yunes, habrá de constatar en este día, la respuesta a su convocatoria.
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Y ALGO DEBE estar haciendo falta en algunos políticos que con el tiempo han logrado acaparar grandes espacios políticos y amasar, como una consecuencia lógica, grandes fortunas que les permiten mantener el poder.
Algo que los haga permanentemente aceptables ante los demás y que a pesar del poder y del dinero, se les vea como personas de confianza.
¿Será, acaso, la lealtad, como un principio invaluable que les haga ser confiables en todo momento?
No se sabe con exactitud, pero que algo les hace falta, no hay duda, porque el ser humano, no lo será tanto, ante la falta de valores y principios fundamentales que debe seguir en el camino que ha escogido.
¿O será la bondad?, No me lo crea, pero algo, algo debe estar faltando en estos personajes de la vida pública que viven todos los días pensando que posiblemente han fallado o que no han logrado concretar sus propios proyectos y deseos políticos.
Y si no lo han reflexionado, en lo que, posiblemente, les haga falta, pues, entonces, no estarán viviendo plenamente su vida, aunque ésta se encuentre al servicio de los demás.
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Y AUNQUE TODOS PENSABAN que Movimiento Ciudadano, registraría candidato propio para estas elecciones, tratándose de la gubernatura del Estado, no fue así.
No vino Dante Delgado Rannauro, por esta posición, como se dijo casi reiteradamente, ni tampoco se propuso, nuevamente a Armando Méndez de la Luz, como el candidato que podría, en determinado momento, hacer un buen papel, basado, desde luego, en la experiencia política que tuvo en la pasada contienda electoral.
Pero en cambio, lo que no se creía en un principio, sucedió, es decir, que Dante Delgado, más que el propio partido, se sumara a otro proyecto político que se pensaba estaba muy lejos de concretarse, pues existen muchas razones para haber pensado que no sería de esta manera.
Pero, como siempre lo hemos comentado, en política no hay nada escrito y se puede dar todas las sorpresas que se quieran, pues depende, en gran parte de la voluntad personal de cada quien y en este proceso así se define.
De esta manera, Movimiento Ciudadano, estará presente en este proceso electoral, pero lejos de actuar y de tomar decisiones propias.
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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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